El concepto de género no binario está presente en nuestro discurso social actual, pero realmente ¿sabrías indicar exactamente a qué se refiere? El binarismo de género se ha entendido como la norma de medida por la que nos hemos organizado conforme la sociedad contemporánea ha ido desarrollándose, por lo que pensar más allá de esa estructura a veces puede ser confuso.
Para comenzar a entender este concepto, tenemos que entender que el binarismo es una estructura que se fundamenta en la corriente de pensamiento medieval escolástico, donde se pretende reinterpretar los conceptos de conocimiento griegos para poder adaptarlos a la sociedad de ese momento. El conocimiento entonces se cimenta en la comparación de pares opuestos, como la dualidad entre Dios y el mundo, lo espiritual y lo material, o el alma y el cuerpo. Esta tendencia a la dicotomía influyó en la comprensión de la realidad y las identidades, afectando a la forma de entender la realidad humana.
Durante la modernidad y con la aparición de la metodología científica de análisis y clasificación, este binarismo paso de ser un concepto a una medida cuantificable que debía ser aplicada de forma metódica. El binarismo engloba una descripción cerrada de patrón de cuerpos y de la relación que se establecerá a partir de ello en el mundo con el objetivo de existir de una forma normalizada.
En la sociedad contemporánea, vivimos un momento de revisión de estos conceptos cerrados, dando voz a estas realidades invisibilizadas. Ahora comprendemos el género como un espectro mucho más amplio que no solo se limita a un dualismo hermético. El género no binario abarca una amplia gama de experiencias y expresiones de género que no encajan en las categorías convencionales de mujer u hombre. Las personas no binarias pueden identificarse como una mezcla de ambos géneros, ninguno o experimentar una identidad de género fluida que cambia con el tiempo.
En los años 80, la teoría queer empezó a cuestionar los roles asignados a mujeres y hombres, así como la propia existencia de las categorías fijas de los géneros. Judith Butler en su obra Gender Trouble, argumentó que el género se compone de una repetición de actos y que no se trata de una esencia intrínseca del ser humano.[1] Reflexiones como esta asentaron las bases teóricas para proyectar la reflexión fuera del binarismo.
A pesar de esta perspectiva más inclusiva, muchas personas no binarias siguen enfrentando situaciones de discriminación y violencia. La falta de reconocimiento en ámbitos laborales, educativos o sanitarios, así como las propias vivencias sociales negativas, alimentan un sentimiento constante de exclusión. Según una encuesta de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, más del 60 % de las personas no binarias han sufrido discriminación por su identidad de género[2]. En España, el estudio realizado por el Barómetro Juvenil 2021 reveló que una de cada cuatro personas menores de 30 años no se identifica completamente con la condición masculina o femenina, reflejando así la necesidad de replantear el discurso de forma urgente[3].
El riesgo de esta exclusión recae en la salud mental de las personas que sufren este tipo de discriminación. Estudios realizados en Estados Unidos indican que el 41 % de las personas trans y no binarias han intentado suicidarse al menos una vez en su vida, una cifra alarmante frente al 4,6 % de la población general[4]. La teoría del estrés de minorías explica este fenómeno como resultado del rechazo, la discriminación, la violencia simbólica y la constante exposición a un entorno que no valida ni reconoce sus identidades[5].
Para avanzar como sociedad debemos crear entornos seguros para cualquier persona. Es imprescindible que promovamos el reconocimiento de las personas no binarias como parte indispensable de nuestra sociedad y normalizar referentes identitarios que permitan que las personas no binarias puedan ser reconocidas sin repercusiones, destacando la riqueza que aporta la inclusión y la diversidad.
También es imprescindible facilitar el acceso a información y programas que promuevan la intervención e investigación de programas familiares, psicosociales y educativos sobre diversidad de identidades de género. El apoyo desde la infancia es esencial para crear referentes y entornos seguros que faciliten la comunicación, el acceso a derechos y la oportunidad de alcanzar una calidad de vida adecuada desde la inclusión y la diversidad[6].
Solo en una sociedad libre y segura en el que el tejido social se construya de forma igualitaria podremos avanzar hacia un bien común. El respeto hacia las identidades no binarias es una responsabilidad colectiva que debemos tomar para romper con siglos de exclusión, de forma que podamos construir una sociedad donde todas las personas podamos existir sin necesidad de justificaciones.
[1] Butler, J. (1990). Gender trouble: Feminism and the subversion of identity. Routledge.
[2] Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. (s.f.). Encuesta LGBTI de la UE. https://fra.europa.eu
[3] Barómetro Juvenil 2021. (2021). Juventud, identidad y discriminación. Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud – Fundación FAD Juventud. https://www.fad.es
[4] The Trevor Project. (2022). National Survey on LGBTQ Youth Mental Health 2022. https://www.thetrevorproject.org/survey-2022
[5] Meyer, I. H. (2003). Prejudice, social stress, and mental health in lesbian, gay, and bisexual populations: Conceptual issues and research evidence. Psychological Bulletin, 129(5), 674–697. https://doi.org/10.1037/0033-2909.129.5.674
[6] Merino-Lorente, S. (2023). El estigma de las identidades no binarias y el trastorno de estrés postraumático. Una revisión crítica de la literatura. Revista Estudios Psicológicos, 3(1), 76-85. https://doi.org/10.35622/j.rep.2023.01.006