Hoy celebramos San Valentín, una festividad integrada en nuestra sociedad que nos permite frenar y mirar hacia un sentimiento tan pasado por alto en el día a día como es el amor. Esto puede deberse a que, históricamente, las personas que hemos soportado la estructura del amor somos las mujeres y por ello no se considera algo a lo que atender. Somos nosotras quienes amamos incondicionalmente, quienes enseñamos a amar y las que pedimos ser amadas.
Actualmente, observamos que existe un cambio en el paradigma del amor, en cuanto a relaciones heterosexuales se refiere. Las mujeres hemos conseguido la emancipación del hogar, conllevando a la autonomía y el cultivo de la identidad propia más allá del otro. Por el contrario, los hombres no han desarrollado paralelamente herramientas de cuidados para suplir el vacío al que se enfrentan al no encontrar una persona dispuesta al cuidado incondicional. Nos encontramos ante una herencia generacional de disfuncionalidad emocional masculina, donde muchos hombres no han aprendido a identificar ni gestionar sus emociones de manera efectiva.
Esta dificultad para reconocer y expresar emociones ha generado una tendencia en la que los hombres confían su bienestar emocional a sus parejas, convirtiéndolas en su único espacio seguro para la vulnerabilidad. Las mujeres, en muchos casos, terminan asumiendo el papel de soporte emocional sin reciprocidad, lo que puede derivar en una dinámica desigual y agotadora, pudiendo afectar negativamente a la relación.
“Debido a que los roles sexistas siempre han dado apoyo a las mujeres para el desarrollo emocional, nos ha sido más fácil a las mujeres encontrar nuestra manera de amar. No amamos más, o mejor, que los hombres, pero nos resulta más fácil entrar en contacto con los sentimientos porque incluso la sociedad patriarcal apoya este rasgo en nosotras. Los hombres nunca recibirán apoyo de la cultura patriarcal para su desarrollo emocional.”
Bell hooks, El Deseo de Cambiar: Hombres, Masculinidad y Amor (2021) Pag 157
Deconstruir la idea arraigada del ángel del hogar y de la mujer maternal conlleva a la posibilidad de una mirada hacia el yo, llevando a la construcción de una autoestima sólida, siendo más capaz de reconocer patrones en su pareja de dependencia emocional. Esto empodera a las mujeres y les permite establecer limites claros que fomentan la equidad y el apoyo mutuo en una relación.
Sin embargo, esto puede suponer un arma de doble filo, ya que puede reforzar la idea de que las mujeres debemos ser el agente activo ante el problema emocional, siendo comprensivas, pacientes y estando dispuestas a sostener emocionalmente a nuestras parejas, cayendo en un rol de “salvadora” o “terapeuta”. Por ello es fundamental que los hombres tomen conciencia de la problemática, ya no solo hacia la pareja, sino para consigo mismo. Tenemos que construir conjuntamente entornos en los que los hombres se sientan libres de poder expresar sus sentimientos más allá de la ira o la rabia, entornos donde se sientan seguros mostrando vulnerabilidad.
“El trabajo de recuperación relacional de los hombres, de reconexión, de crear intimidad y hacer comunidad nunca se puede hacer solo. En un mundo donde los niños y los hombres están perdiendo a diario su camino debemos crear guías, señales, nuevos caminos. Se está gestando una cultura de curación que empodera a los hombres para cambiar.”
Bell hooks, El Deseo de Cambiar: Hombres, Masculinidad y Amor (2021) Pag 164
Debemos trabajar en una corresponsabilidad afectiva en la que tanto mujeres como hombres seamos conscientes de nuestras propias emociones que, junto a las herramientas adecuadas, podamos expresar libremente. El amor no debería construirse en base a la dependencia ni debería ser nuestro único refugio donde poder ser quienes realmente somos, una relación debería considerarse como un espacio de crecimiento mutuo, basado en el respeto, la reciprocidad y el cariño.
Podemos resignificar este día y no solo verlo como una celebración superflua, puede ser un día orientado a reflexionar y deconstruir la manera en que nos relacionamos, buscando como fin último un amor sano y libre.