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Nancy Fraser, filósofa feminista, propuso la teoría tridimensional de las 3 Rs para entender las diferentes facetas de la justicia de género. Fraser considera que, para alcanzar la justicia y la igualdad de género, tienen que darse tres principios: el reconocimiento, la redistribución y la representación, tres fundamentos que son perfectamente extrapolables al ámbito laboral cuando hablamos de Planes de Igualdad. 

1. RECONOCER la desigualdad en el primer paso hacia la justicia de género

Sentirte mal porque debes compatibilizar tu horario para llegar a tiempo a buscar al cole a tu hijo, o disculparse en repetidas ocasiones por nimiedades que no las merecen ponen de manifiesto  cómo las mujeres hemos asumido el rol de cuidadoras y una tremenda falta de empoderamiento. 

Así por tanto, partir de la base de que diversas identidades de género ocupan diferentes, y desiguales, posiciones en la sociedad es imprescindible para entender el principio del reconocimiento. Las desigualdades en el acceso a los recursos, a los espacios de poder y de toma de decisiones, así como el reparto del tiempo y de los trabajos, son prueba de que hombres y mujeres no están en igualdad de condiciones.

“Cuidar a los demás ha sido una disciplina normalmente atribuida a las mujeres. Es una labor a menudo invisible y tan poco valorada que ni nosotras mismas somos capaces de reconocerlo. “

Por ejemplo, Laura Balbo acuñó el concepto de la “doble presencia” para dar nombre al hecho de que las mujeres no solo trabajan en el ámbito productivo (trabajos remunerados por empresas, instituciones o el estado), sino también en el ámbito reproductivo (trabajo de cuidados de personas y de la casa, no remunerado). Esta doble presencia disminuye las posibilidades de las mujeres de conseguir mejores trabajos o ascensos, ya que no pueden invertir el mismo número de horas que sus compañeros hombres. Reconocer este tipo de desigualdades es el primer paso hacia la justicia de género.

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La “doble presencia” de las mujeres disminuye sus posibilidades de conseguir mejores trabajos o ascensos. - FUENTE: CNBC

2. La REDISTRIBUCIÓN de recursos

El concepto de redistribución hace referencia principalmente a los recursos, por ejemplo, las retribuciones. La famosa brecha salarial de género, que alcanza el 25% a favor de los hombres, se debe principalmente a la discriminación indirecta que, bajo criterios aparentemente neutros y objetivos, nos ponen, a las mujeres, en desventaja.

¿Por qué existe un plus salarial en el manejo de maquinaria (generalmente masculinizado) y no en el uso de productos químicos habitualmente atribuidos a la limpieza?

De esta manera si echamos un vistazo a las retribuciones complementarias, podemos ver que ciertas circunstancias peligrosas se retribuyen mejor que otras. Este es el caso, por ejemplo, de considerar que el manejo de maquinaria (puesto socialmente masculinizado) debe conllevar un plus de peligrosidad, mientras que el uso de productos químicos de limpieza (puesto socialmente feminizado) no. Así, la distribución de recursos es desigual y deja a las mujeres en situación de inferioridad.

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¿Por qué no es equiparable la peligrosidad de los productos de limpieza y la maquinaria pesada? - FUENTE: Igualia.

 

3. REPRESENTACIÓN en todos los niveles

Finalmente, para entender y conseguir la justicia de género, es vital que contemos con la presencia de mujeres en todos los diversos niveles jerárquicos y sectores. Por una parte, la presencia de mujeres en puestos directivos y mandos intermedios rompería la segregación vertical y el techo de cristal. Hoy en día, y según datos del INE (2020), tan solo el 34% de los cargos directivos están compuestos por mujeres. Por otra parte, esta presencia femenina ayuda a diversificar la representatividad y a eliminar la concentración de mujeres en sectores o puestos feminizados que, a menudo, son una prolongación del trabajo doméstico.

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En el Parlamento Británico la representación femenina es actualemente de sólo el 30% - Fuente. "The Independent"

 

La Igualdad efectiva se conseguirá poniendo de manifiesto estas 3 R en el plan de Igualdad.

Los tres principios están extremadamente interrelacionados y dependen uno de los otros, ya que, para hablar de redistribución del poder en el ámbito laboral, necesitamos la presencia de mujeres en cargos directivos, así como, del reconocimiento, no solo de los obstáculos patriarcales, sino también de los propios méritos, los cuales en muchas ocasiones, ya sea por estereotipos sociales o el propio sistema patriarcal, no se nos considera válidas para según que puestos.

Así pues, los planes de igualdad y otras políticas para promover y asegurar la igualdad de género son herramientas esenciales para conseguir la justicia de género. Primordialmente, implementar un plan de igualdad es una manera clara y directa de reconocer que hay desigualdad de oportunidades y recursos entre hombres y mujeres. Segundo, los planes de igualdad y auditorías retributivas son herramientas útiles para poder discernir desigualdades en la remuneración de los y las trabajadoras (es decir, la redistribución). Y una vez tengamos este reconocimiento y redistribución por la mano, ya es cuestión de tiempo que nos veamos más y más representadas en posiciones de poder y cargos directivos.

 

Miriam Pozo
Consultora de Igualdad

 

 

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